sábado, 20 de marzo de 2010

Miro el reloj

Miro el reloj.
La hora no sé cuál es. Debió haber cambiado hace días pero no cambió, pero en mi celular y en mi computadora sí lo hizo. No me parece común eso de deber tener una hora y no tenerla, es la peor expresión de lo efímero de los instantes.
Paso tiempo pensando en cómo ha pasado el tiempo en Santiago. Ya hace tres semanas del terremoto "y dos meses desde que te fuiste a chileee!".
Extraño tener una vida "normal". Esa en la que cuentas con tus muebles, tu espacio.
He estado aquí demasiado, y demasiado poco a la vez. Ya no es el primer momento, ya ha pasado demasiado tiempo de esperas.
La ciudad mientras sigue intentando ganar algunas horas para no sentirse sobrepasado por la tragedia, pero la realidad es que la tragedia nos sobrepasó a todos: a quienes fueron víctimas y a quienes quedamos para ver lo que quedó.
Parece que todo estuviera atrasado, que nada pudiera concretarse lo suficientemente rápido para poder ayudar a quienes no tienen chance de esperar.
Todo pasa muy rápido pero al mismo tiempo demasiado lento.
En tanto, pasa el tiempo.
Yo sigo aquí. Mirando el reloj.

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